Los huevos con cáscara (característicos de aves y reptiles) surgieron hace 360 millones de años, cuando los ancestros de los vertebrados terrestres comenzaron a colonizar la tierra, y como una especialización para resistir las nuevas condiciones fuera del agua.
Entre el grupo de las aves, sus huevos presentan una gran variedad en cuanto a tamaños y formas según la especie o el grupo al que nos estemos refiriendo: esféricos en búhos, elípticos en colibríes, cónicos en limícolas y una gran variación de formas entre medias de estos.
No se conoce mucho acerca del por qué de esta variación en la forma de los huevos, y es una pregunta que los científicos se han estado haciendo desde hace años. Hasta el momento se barajaban varias hipótesis al respecto: aumento de la eficiencia de incubación, disminución de la pérdida de huevos por rodamientos fuera de los nidos situados en los acantilados u otras ventajas relacionadas con con la dieta y el desarrollo. Sin embargo, en un estudio de este mismo año, un grupo de científicos ha conseguido contrastar una nueva hipótesis que, hasta el momento, no había podido ser probada: la relación de la forma del huevo influenciada de forma indirecta con las adaptaciones al vuelo a través de la morfología de la pelvis, el abdomen y el oviducto.