«La Reina Roja tiene que correr más y más deprisa para poder quedarse en el sitio en el que está.»
La hipótesis de la Reina Roja (Red Queen Hypothesis), propuesta por Leigh Van Valen en 1973 dentro de su Ley de Extinciones, toma el ejemplo del personaje de la famosa obra de "Alicia a Través del Espejo" de Lewis Carroll para describir la adaptación continua de las especies para mantener su status quo con el entorno. El ejemplo más claro al que se puede recurrir con esta hipótesis es la carrera armamentística que se produce entre especies que interaccionan entre sí. La Selección Natural hace que las especies cambien continuamente en respuesta a las mejoras adaptativas en las especies con las que compiten o con las que tienen relaciones antagónicas. Explicado de manera breve y simple, para evitar la extinción las gacelas van a tener que desarrollar mecanismos para poder escapar de los guepardos (más velocidad, mecanismos defensivos, etc), y los guepardos a su misma vez tendrán que desarrollar otros mecanismos para poder alcanzar a las gacelas (más velocidad, mayor fuerza de garras y dientes...). Así, las especies que no pueden mantenerse en ese constante cambio terminarán extinguidas.
El efecto de esta hipótesis sobre el genoma se ha estudiado sobre todo en casos de relaciones antagónicas entre especies (depredación, parasitismo, etc), pero hasta ahora no se había estudiado al detalle lo que ocurría en especies que presentaban una relación mutualista, en la que ambas especies se benefician mutuamente. Algunos sugerían que la evolución en estas era más lenta que en el resto para no romper la relación ya que, para obtener todos los recursos de su "compañero", sería más conveniente esperarle en esta carrera evolutiva. Y así, en contraposición a la hipótesis de la Reina Roja, surgió en el 2003 lo que se denominó el Efecto del Rey Rojo.
Sin embargo, un estudio reciente parece haber puesto patas arriba esta hipótesis.
Los investigadores estudiaron el genoma de tres especies de hormigas que habían establecido relaciones mutualistas con plantas en relación a otras tres especies de hormigas que no habían establecido estas relaciones. Para ello utilizaron como base de comparación el genoma de una especie de hormiga, Pseudomyrmex gracilis, que ha establecido una relación mutualista con las acacias: a cambio de poder construir sus nidos en cámaras provistas por esta planta en sus espinas huecas, las hormigas defienden a la planta de intrusos y herbívoros atacándolos activamente. Las hormigas no mutualistas, aunque viven en los mismos ambientes, no han desarrollado esta relación y huyen de posibles agresores incluso cuando sus propios nidos están en peligro.
Las secuencias genómicas revelaron una consecuencia inesperada: las especies mutualistas tienen mayores tasas de evolución molecular que las especies generalistas.
Concretamente, los genes que se encuentran bajo una mayor presión de selección son precisamente aquellos atribuidos a la neurogénesis (de los cuales depende el comportamiento) y la activación de los músculos (que ayudarían a las hormigas a defender a sus plantas).
Concretamente, los genes que se encuentran bajo una mayor presión de selección son precisamente aquellos atribuidos a la neurogénesis (de los cuales depende el comportamiento) y la activación de los músculos (que ayudarían a las hormigas a defender a sus plantas).
No se conocen con exactitud las causas de esto, pero podría ser una consecuencia a que las especies mutualistas no deben adaptarse sólo a su ambiente sino a su propio simbionte. En este caso, por ejemplo, las acacias producen un néctar sin sacarosa que las hace menos atractivas a la mayoría de especies de Pseudomyrmex y que disuade a su explotación por parte de las hormigas no protectoras. A cambio, las Pseudomyrmex mutualistas han perdido su habilidad para digerir la sacarosa. Adaptaciones recíprocas como esta se dan comúnmente en mutualistas, por lo que el número de interacciones a las que un mutualista debe adaptarse se incrementa drásticamente.
Referencia:
Rubin, B. E. R. & Moreau, C. S. 2016. Comparative genomics reveals convergent rates of evolution in ant-plant mutualisms. Nature Communications.
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